29.3.11

Sin más

Fue así, se cruzaron en la misma vereda
después de tantos años sin verse,
sin buscarse ni en los sueños.

Se cruzaron y en principio se desconocieron,
miraron para distintos lados,
fue la lluvia que los unió bajo el mismo techo.

Y ahí, sin más, se dijeron: “¿vos sos..?”.

Las carcajadas fueron asomando,
los recuerdos y los abrazos no se hicieron esperar.
Tampoco los besos. Menos aún la cama.

Enredados con sus piernas recordaron picardías.
Fueron sus miradas que delataron el misterio,
y en el juego de amarse, salieron victoriosos.

Sus palabras derrumbaban los fantasmas del miedo,
las paredes de aquel cuarto reflejaban la luz del sol,
y las flores del jardín, dulces testigos, anunciaban la utopía.

¿Cómo serían sus besos bajo la luna?.
¿Cómo serían sus sueños en la realidad?.

Y ahí, sin más, se prometieron escapar
hacia la búsqueda de aquel mapa
que de chicos les habían comentado.

Un mapa,
sin ningún atajo,
sin ninguna cruz en una isla,
sin tesoros ni escondites,
ni restos de faraónes,
ni cuevas antiguas.

Un mapa,
que marcaba sólamente
el techo dónde después de tantos años,
debían reencontrarse.

Y ahí, sin más,
se dieron cuenta de que el destino no existe: el techo era otro.

El destino lo crea uno,
es cuestión de apostar en el juego,
y aún con el miedo a perder
y con la incertidumbre de no saber que será: no dejar de jugar.

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