28.10.08

¿Ves?.. ahi, cerca, no.. no tanto.
Dejaste pasar la luz -mala- a tu cuarto, y ahi estás, cerca.
No, tampoco tanto.
Ahi nomás, diría, de llegar a la cima, al barranco.
Al limite, a la nada -de nada-.
A la luz sin luz. Al asombro de caer, mil pisos, en caida libre.
Tan solo por dejarse llevar, por el viento.

27.10.08

...

Volver a escribir,
es volver a encontrarse con uno mismo.
Es volver a reconocer las huellas.
Que han pasado. Que pasan. Y que pasarán.

Maduración

De una rama la fruta colgó un largo tiempo.
Mil años me animaria a decir.
Pasó de estación a estación, pero el momento de madurez tardó en llegar, hasta que una noche de lluvia y de calor, llegó.
"Es como la vida misma", dijo un dios recién nacido, en un mismo momento, la vida nace y el negro reloj de la despedida comienza a correr.
Y ya cuando todo ni bien empieza, nos damos cuenta que no hay vuelta atrás.
No hay salida a la vida misma que de alguna forma u otra, nos terminara matando.
Su arma letal, cambiante con el correr del tiempo,
se disfraza de licores, de amores, de dolores, de rencores y odios,
de recuerdos y momentos, de frío y de calor, de hambre y de ambición.
La hora llega y el reloj se detiene, y en una misma línea se ve cada uno de nuestros actos.
Ahí, recién en ese punto, sabremos sí realmente valió la pena
esperar a que la fruta madure, y caiga.

Una respuesta..

El reloj se me acercó y su cuerda quiso girar.
Pero no, a mi no me tocás.
Di media vuelta, y me fui.
Caminando y pispeando para atrás, el reloj se quedó.
Ahi, firme como una estatua.
Con sus agujas clavadas.
Inmóbiles. Muertas.
El tiempo nace y muere a través de él mismo.
¿Quién asegura el mañana?.
¿Quién asegura que mañana mismo salga el sol?.
La costumbre le da lugar a la verdad, a lo seguro.
Pero no, a mi no me convences.
Volvi.
Me pare justo al lado del reloj.
Convencido en destruirlo, agarre mis palabras como armas.
Y una vez listo para pelear, me di cuenta que era en vano.
Por más que el reloj muera, el tiempo sigue igual.
Nada cambia el tiempo. La sucesión de momentos.
Nada puede intervenir en él. La suerte ya está echada.
Desde un principio.
Nada es nuevo ni original. Sólo que nuestros ojos lo van descubriendo.
Pero jamás hay que olvidar, que atras nuestro, a ritmo lento,
cada vez más lento,
vienen mil ojos más, con todo el mundo descubierto.
Con todo el mundo y sus vueltas por descubrir.
Y a enseñarnos a disfrutar el hoy, el ahora.
¿Quién asegura que mañana salga el sol?.
Busquemos la respuesta.
Quizá la encontremos un día antes de partir.