14.4.09

Tantos...

Sí como tantos que,
olvidan el ayer,
no hay forma de,
curar espanto.

Tanto mediocre ves,
colgado de tú piel,
sólo es temor,
miedo al reclamo.

Para enfrentar al sol
y descubrir quién sos
detrás de un rey que te inventaste,
no hay mejor dios que vos
pensando que el dolor
olvida lo inolvidable.

La noche cubre el cielo
y vos que tenés miedo de seguir,
sólo un instante,
te digo que es mejor
perder con más valor
que no intentar,
morir cobarde.

Sí como tantos que,
desechan el ayer,
perdonenme no los entiendo,
¿donde está el lado bueno?
de olvidar el miedo sin luchar,
irresponsable.

Tantas historias falsas
que hay en la balanza
sólo hay una que es la correcta,
hablar por sólo hablar,
quédate en tú lugar,
no hay peor gil,
que el ignorante.

Canción de mi dolor,
canción sin un color,
¿donde está?
lo inmanejable.

Sí el tema vuelve a estar,
cubriendo la ansiedad,
de encontrar a nuestros culpables,
de está triste canción,
de un roto corazón,
que olvido
como escaparse,
de está puta prisión,
de un mundo de traición a nuestra fe,
nuestras verdades.

Que son como un papel
a punto de envolver
la mejor miel,
lo más deseable.

Para tirar a un dios,
con rezos sin perdón,
y un cielo gris,
insoportable.

Sentada y firme bajo la lluvia

Y vos, sentada y firme bajo la lluvia,
logras ver entre las gotas
a un cielo despejado y libre de nubes.

Caminas y le permitís al viento
que vaya un poco más allá.
Que recorra tú cuerpo.
Que desvele tus sueños.
Que festeje tus logros.
Que te acompañe en tus llantos y que,
al buscar un poco de paz en un lugar lejano,
más allá del horizonte,
te encuentres sentada y firme bajo la lluvia,
plenamente feliz
y con mil carcajadas
prontas a parir.

De una vez,
al fin y para siempre,
decidida a volar
sin la cruel necesidad de poseer alas.

Las alas de un ser están allí,
en la escencia de uno.
En el espíritu soñador.
En la calma del alma.

Y en lo mucho que pueda durar
algo tan poco pensado.

1.4.09

Sentada y firme bajo un Eclipse

Y vos, sentada y firme bajo un eclipse,
tratas de esconderte tras la luna y junto al sol.

Ahí detrás,
en donde nacen nuevos héroes
y nuevas doncellas.

Mil jinetes con más de mil historias por contar.
Buscan asilo.
Buscan paz.
Y sólo encuentran sombras,
que no son suyas.

Y vos,
mirando al cielo
queriendo encontrar a tú estrella favorita,
te dejas caer en lo oscuro de la noche.

Para despertar,
al otro día y bajo un nuevo sol,
radiante,
con brillítos en los ojos
y guirnaldas prontas a colgar.

Los jinetes de la noche que siguen su camino.
Van perdidos en busca de un Dios.
Que no los encierre en su santuario.
Que les de verdadera paz e inmensa libertad.

Sólo buscan eso.

Crecer libres
para morir libres.

Y reencarnar en algún pájaro.
Para volar bien alto y posarse,
en una noche de niebla,
junto a vos,
sentados y firmes bajo un eclipse.

Buscando formas en las nubes,
y eternos recuerdos en las estrellas.